Kath vuelve. Piercings brillando, tatuajes marcando su piel y esa mirada retadora que invita a follársela sin compasión. En esta segunda sesión no se guarda nada: está lista para chupar, gemir y tragarse toda la leche que le den.
El final es exactamente lo que promete: corrida en la cara. Chorros espesos bañando sus pestañas, labios y tatuajes. Kath lame, sonríe y muestra la cara chorreada como trofeo.
Este no es un simple regreso. Es Kath confirmando que nació para ser usada y grabada.